Mina de los Cóndores

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Su historia comienza con el descubrimiento de "unas piedras pesadas" wolfram, mineral de tungsteno utilizado para endurecer las aleaciones de acero.
La mina fue declarada en 1897 y al año siguiente vendida a la casa Hewing de Rosario, Santa Fé, la que se percató de no contar con capital suficiente para la explotación, por lo que se decidió recurrir a inversionistas alemanes: de tal asociación surgió Hansa Sociedad de Minas S.A. Su desarrollo fue promovido por la inmigración europea, aportando mano de obra calificada y la llegada del ferrocarril a Villa Dolores hacia el año 1905.
Para esa época trabajaban aproximadamente 400 personas, las galerías se extendían 800 metros y se habían alcanzado profundidades de hasta 250 metros.
Pasada la demanda ocasionada por la primera guerra mundial la mina fue vendida a Mr. Thomas Williams, un poderoso norteamericano conocido como "el rey del tungsteno", la nueva empresa denominada SOMINAR (Sociedad Minera Argentina) y regenteada por Bruce Ronald Burnet reactivaría alentada por la segunda guerra mundial, paralizándose la extracción en 1945.
La división de Corea dejó los yacimientos más ricos del mundo del lado comunista y la posterior guerra privaron a los norteamericanos del metal.
La mina inició su edad de oro, transformándose en la más grande de Sudamérica, la antigua maquinaria fue reemplazada por una planta construida en Estados Unidos que lograba una recuperación del 95% de mineral, y se construyó una torre de mampostería sobre el pique principal para realizar el transporte tanto de material como del personal.
En el lugar, la primera construcción es una vieja casa, que en la época de explotación funcionaba como oficina de administración. A pocos metros, a mano derecha se ubica la Escuela N 416, hacia la izquierda se ubica la torre, que en su tiempo fue la construcción más moderna y cumplía la función de extraer el mineral desde 400 metros de profundidad, también se observa un salón, que constituía el Club Deportivo y Social.

En la antigua oficina de la administración, se encuentran los encargados que atienden a los turistas de lunes a lunes y donde se contrata la excursión hacia el interior del túnel. La sala cuenta con un museo y el servicio de un guía baqueano que muestra las instalaciones y explica la historia de la Mina. En el ambiente se aprecian fotos de época, una vitrina con distintos tipos de minerales, una foto satelital de la provincia, almanaques originales de Alpargatas con ilustraciones de Molina Campos, una mesa de billar hecha en piedra y sobre la misma, elementos que se empleaban en las explotaciones, como pailas, cascos, lámparas y barretas. En una habitación contigua nos proveen de la indumentaria necesaria para poder ingresar al túnel (cascos, botas, linternas e impermeables).

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